Existen varias razones por las cuales la contabilidad está poco desarrollada como ciencia. Sin embargo, una puede ser considerada fundamental: la carencia de una adecuada formación científica de los contadores en las universidades de nuestro país; debido, evidentemente a la falta de una política institucional que privilegie en dichas instituciones la investigación científica en el campo contable, para así desterrar la vieja creencia de que la “partida doble” es la contabilidad en si, o que ésta sirve únicamente para liquidar imposiciones tributarias cada fin de mes.
Quienes en los últimos años hemos pasado por las aulas universitarias, como aprendientes primero luego como docentes en el área de contabilidad, conocemos perfectamente que los estudiantes de contaduría de la mayoría de nuestras universidades tanto nacionales como particulares no reciben una formación científica adecuada. Muy por el contrario, bajo un criterio en extremo pragmático y utilitarista son entrenados durante todo la jornada de su carrera, para operar con cierta eficiencia preconcebidos planes de cuentas, cuya mecanicidad como es natural, inhibe al estudiante e incluso al docente de toda iniciativa investigativa.
Como corolario de esta errónea práctica académica la mayoría de universidades donde actualmente se enseña contabilidad -en abierta contradicción a su propia misión y objetivos-, ofertan a los egresados de esta carrera -en el proceso de obtención del título de contador- los llamados “cursos de actualización”, como queriendo decir, que en el ámbito de la contabilidad no hay lugar para la investigación científica o exista problema alguno que merezca investigar vía una tesis de grado.
Sin embargo, los resultados de varios cientos de estos trabajos de investigación, podrían contribuir a dotar a la contabilidad de una estructura formal, que explique con objetividad y coherencia la “materialidad” de esta disciplina, y el porqué la contabilidad actualmente es una “noción objetiva” universalmente aceptada.
Por consiguiente, en este campo como decía Vallejo, hay…muchísimo que hacer. Por lo que es preciso que en las escuelas de contabilidad de nuestras universidades y en el seno de los Colegios de Contadores de todo el país, nazcan sin mayores preámbulos iniciativas que conduzcan al desarrollo de proyectos de investigación, orientados fundamentalmente a dotar a la contabilidad de una teoría científica, cuya terminología, conceptos y definiciones permitan que en las universidades y en cuanta institución donde se enseña contabilidad, se reemplace la vieja muletilla del “ya saben ustedes a que me refiero”, por argumentos dotados de mayor racionalidad y sentido epistemológico, como por ejemplo: “con estos términos nos referimos exactamente a esta cosa, a este objeto, a esta relación o a esta función”.
Con lo anterior, jamás queremos decir, que en la actualidad la contabilidad carezca por completo de un marco teórico. Tal afirmación equivaldría a calificar a esta disciplina como una actividad eminentemente empírica, lo que por cierto no es así. Lo que realmente sucede es que las diferentes teorías que rigen la práctica de la contabilidad carecen de unicidad, debido a que actualmente no existe una concepción filosófica que oriente y guíe la visión cientificista de esta disciplina. Ejemplos en este sentido, abundan. Sin embargo, bastará uno para ilustrar tal dispersión. Existen por lo menos cuatro teorías que tratan de explicar el origen de la contabilidad. Desde aquella que con sentido remoto sostiene que el origen de esta disciplina se halla en las primeras actividades económicas que realiza el hombre del primitivismo; hasta una de visión más contemporánea que afirma resueltamente que el origen de la contabilidad está ligado a la naturaleza y origen de la “partida doble”. Una tercera teoría de corte un tanto intermedio refiere que la contabilidad surge en el momento en el cual surge el intercambio lucrativo de bienes: el comercio. Y una última, es aquella que liga a la contabilidad con la invención de los números y la aparición de la escritura.
Entre paréntesis piense el lector, la tamaña confusión que estas teorías pueden generar en la mente de un aprendiz de contabilidad. Cómo es que un estudiante que se encuentra en el partidor de su carrera puede encontrar una explicación lógica, al porqué de esta diversidad de creencias sobre un mismo objeto. Igualmente, cómo un profesor de contabilidad puede dar respuesta a tamaño interrogante, si la literatura a la cual acude y consulta para desarrollar su cátedra, reviste igualmente ambigüedades como las que acabamos de señalar. La hipótesis a este respecto, es que: las teorías que actualmente rigen la práctica de la contabilidad son fragmentarias y ambiguas…debido a que carecen de un marco filosófico que les dé unicidad…para explicar con firmeza el carácter de ciencia social de esta disciplina, que para legos, y un sinnúmero de desavisados entendidos, es, nada más que una técnica.
Pero a quienes piensan que la contabilidad es una técnica, habría que recordarles que toda técnica sirve a una ciencia en particular. Así por ejemplo, la mecánica como técnica, no puede prescindir de la mecánica teórica. La electrónica no puede prescindir de la electrodinámica y de la teoría cuántica. La ingeniería nuclear jamás existiría de no ser por la existencia de la física nuclear. Las técnicas -como bien refiere Bunge-, son simples herramientas de la ciencia y de la tecnología. Por lo que cabe preguntarse. ¿Cuál es esa ciencia a la que la contabilidad sirve como técnica? La respuesta es obvia: a ninguna que no sea la propia contabilidad.
Quienes en los últimos años hemos pasado por las aulas universitarias, como aprendientes primero luego como docentes en el área de contabilidad, conocemos perfectamente que los estudiantes de contaduría de la mayoría de nuestras universidades tanto nacionales como particulares no reciben una formación científica adecuada. Muy por el contrario, bajo un criterio en extremo pragmático y utilitarista son entrenados durante todo la jornada de su carrera, para operar con cierta eficiencia preconcebidos planes de cuentas, cuya mecanicidad como es natural, inhibe al estudiante e incluso al docente de toda iniciativa investigativa.
Como corolario de esta errónea práctica académica la mayoría de universidades donde actualmente se enseña contabilidad -en abierta contradicción a su propia misión y objetivos-, ofertan a los egresados de esta carrera -en el proceso de obtención del título de contador- los llamados “cursos de actualización”, como queriendo decir, que en el ámbito de la contabilidad no hay lugar para la investigación científica o exista problema alguno que merezca investigar vía una tesis de grado.
Sin embargo, los resultados de varios cientos de estos trabajos de investigación, podrían contribuir a dotar a la contabilidad de una estructura formal, que explique con objetividad y coherencia la “materialidad” de esta disciplina, y el porqué la contabilidad actualmente es una “noción objetiva” universalmente aceptada.
Por consiguiente, en este campo como decía Vallejo, hay…muchísimo que hacer. Por lo que es preciso que en las escuelas de contabilidad de nuestras universidades y en el seno de los Colegios de Contadores de todo el país, nazcan sin mayores preámbulos iniciativas que conduzcan al desarrollo de proyectos de investigación, orientados fundamentalmente a dotar a la contabilidad de una teoría científica, cuya terminología, conceptos y definiciones permitan que en las universidades y en cuanta institución donde se enseña contabilidad, se reemplace la vieja muletilla del “ya saben ustedes a que me refiero”, por argumentos dotados de mayor racionalidad y sentido epistemológico, como por ejemplo: “con estos términos nos referimos exactamente a esta cosa, a este objeto, a esta relación o a esta función”.
Con lo anterior, jamás queremos decir, que en la actualidad la contabilidad carezca por completo de un marco teórico. Tal afirmación equivaldría a calificar a esta disciplina como una actividad eminentemente empírica, lo que por cierto no es así. Lo que realmente sucede es que las diferentes teorías que rigen la práctica de la contabilidad carecen de unicidad, debido a que actualmente no existe una concepción filosófica que oriente y guíe la visión cientificista de esta disciplina. Ejemplos en este sentido, abundan. Sin embargo, bastará uno para ilustrar tal dispersión. Existen por lo menos cuatro teorías que tratan de explicar el origen de la contabilidad. Desde aquella que con sentido remoto sostiene que el origen de esta disciplina se halla en las primeras actividades económicas que realiza el hombre del primitivismo; hasta una de visión más contemporánea que afirma resueltamente que el origen de la contabilidad está ligado a la naturaleza y origen de la “partida doble”. Una tercera teoría de corte un tanto intermedio refiere que la contabilidad surge en el momento en el cual surge el intercambio lucrativo de bienes: el comercio. Y una última, es aquella que liga a la contabilidad con la invención de los números y la aparición de la escritura.
Entre paréntesis piense el lector, la tamaña confusión que estas teorías pueden generar en la mente de un aprendiz de contabilidad. Cómo es que un estudiante que se encuentra en el partidor de su carrera puede encontrar una explicación lógica, al porqué de esta diversidad de creencias sobre un mismo objeto. Igualmente, cómo un profesor de contabilidad puede dar respuesta a tamaño interrogante, si la literatura a la cual acude y consulta para desarrollar su cátedra, reviste igualmente ambigüedades como las que acabamos de señalar. La hipótesis a este respecto, es que: las teorías que actualmente rigen la práctica de la contabilidad son fragmentarias y ambiguas…debido a que carecen de un marco filosófico que les dé unicidad…para explicar con firmeza el carácter de ciencia social de esta disciplina, que para legos, y un sinnúmero de desavisados entendidos, es, nada más que una técnica.
Pero a quienes piensan que la contabilidad es una técnica, habría que recordarles que toda técnica sirve a una ciencia en particular. Así por ejemplo, la mecánica como técnica, no puede prescindir de la mecánica teórica. La electrónica no puede prescindir de la electrodinámica y de la teoría cuántica. La ingeniería nuclear jamás existiría de no ser por la existencia de la física nuclear. Las técnicas -como bien refiere Bunge-, son simples herramientas de la ciencia y de la tecnología. Por lo que cabe preguntarse. ¿Cuál es esa ciencia a la que la contabilidad sirve como técnica? La respuesta es obvia: a ninguna que no sea la propia contabilidad.
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