lunes, 26 de octubre de 2009

PRINCIPIO Y COMIENZO DE LA CONTABILIDAD

Esta nota está dirigida a los contadores y a los estudiantes de contabilidad. Pero, no por ello hablaré de estados financieros, cargo y abono, “partida doble”. Nada diré respecto del activo y el pasivo. A no ser que se refiera al “pasivo” aquel, que los contadores mantenemos con la propia contabilidad. Esa deuda histórica, que desde los tiempos de Pacciolo no hemos sido capaces de honrarla. Me refiero, a la construcción de un marco filosófico que oriente y guíe la visión cientificista de la contabilidad, que por inexplicables razones hasta hoy no hemos sido capaces de formularlo siquiera; a tal punto, que en pleno siglo XXI, nos encontramos todavía en la edad de la inocencia, paseando por el Jardín del Edén sin un retazo de filosofía que nos cubra, yendo desnudos y sin avergonzarnos ante el dios de la contabilidad.
Profeso la idea de que la universidad sigue siendo la quintaesencia del saber, por consiguiente, creo, que es ésta la única institución natural capaz de llevar a cabo un proyecto que logre impulsar el desarrollo de la contabilidad a un nivel de ciencia. Pero, también soy de los que sospechan, que estando como están las universidades en nuestro país, operando dentro de un sistema económico que ha hecho de estas instituciones verdaderas factorías de auténticas replicas del Homo faber, difícilmente podríamos esperar –por lo menos en el corto plazo- alguna posibilidad, de que dicho proyecto pueda llevarse a cabo con toda efectividad.
Pero lo que no se puede prestar a sospechas, es que sin la presencia de un marco filosófico, los contadores jamás podremos avanzar hacia la construcción de una teoría científica de la contabilidad. “Si se expulsa del espíritu a la gran filosofía por la puerta principal -decía Charles A. Berd, refiriéndose a la Historia-, entonces se introducen ostensiblemente por la puerta trasera los estrechos y localistas prejuicios de clase…”. Igualmente, Engels en su época, había advertido a los representantes de las ciencias naturales que “cualquier intento de negar el papel de la filosofía en estas ciencias o incluso el empeño en eliminarlas de este ámbito de la investigación…las hará caer en la peor de las filosofías: una amalgama de migajas de saber escolar con las opiniones en curso y a la moda sobre temas de la época”.
En efecto, ni más ni menos, sucede con la contabilidad en nuestro país. La realidad revela como es que las escuelas de contabilidad de las universidades, han caído inmisericordemente en esa “amalgama de migajas de saber escolar”, y esas “opiniones en curso” impuestas sutilmente por los prejuicios del laissez – faire, que en abierta oposición a lo que la investigación científica pueda lograr en el largo plazo, guzga la importancia de la contabilidad única y exclusivamente por su utilidad práctica, a tal punto, que ha puesto a esta disciplina en el escaparate de los bienes y servicios de consumo, universalizando la creencia de que la teneduría de libros, los sistemas contables, o las NIFF (entre otros conceptos operativos), representan la contabilidad en sí, cuando en realidad, son, sólo instrumentos creados por la teoría de la contabilidad para operar y resolver problemas específicos en el seno de las entidades.
Qué existe una teoría científica de la contabilidad, ciertamente existe. Sin embargo, el hecho de permanecer “oculta” durante el proceso de formación del contador, ha sumido a este profesional en la más absoluta servidumbre técnica, confinándolo inclementemente en la total impericia científica, a tal punto, que hoy en día para graduarse un estudiante de contabilidad, jamás piensa en desarrollar una tesis, sino, que deliberadamente recurre a los atajos que el sistema vía la propia universidad muy alegremente le ofrece.
De la misma manera, como los primeros físicos para poder describir con veracidad los fenómenos naturales debieron formularse una hipótesis respecto del nacimiento del universo, igualmente, a los contadores nos queda por descubrir el principio y comienzo de la contabilidad. Porque, si algo como la contabilidad existe hoy, es debido a un suceso que le ha dado existencia en algún lugar y punto del tiempo. De allí la deleitosa necesidad de indagar respecto de su origen, causas y antecedentes.

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